La
teoría de la agenda-setting se desprende de la teoría de los
efectos, en la cual se pensaba que los medios tenían como objetivo lograr un
efecto generalizado sobre la masa, efecto que ésta recibía sin tener en cuenta
ni el contexto ni sus criterios; es decir, en esta teoría el público era un
ente inerte que recibía mensajes y los asumía sin análisis ni cuestionamientos.
La
teoría de la agenda-setting plantea que los medios de
comunicación escogen los temas sobre los que se habla y se discute, así como su
importancia, su orden y la manera de transmitirlos. Un ejemplo práctico de esto
lo constituyen los noticieros y el tema del terrorismo: en casi todas las
emisiones de éstos se hace mención de este tema, independientemente de si es o
no noticia ese día.
Los medios elaboran con antelación una agenda de trabajo
sobre la información que van a difundir, determinan la importancia de los
hechos del país y del mundo y les asignan un orden planeado y pensado
racionalmente con el objetivo de lograr mayor audiencia, un mayor impacto, y
una determinada conciencia sobre cierto tema, a la vez que deciden cómo evitar
referirse a determinada información, etc.
El ejemplo más contundente de la
puesta en práctica de esta teoría lo podemos encontrar en la televisión, la
cual, en definitiva, es un medio hegemónico (como casi todos los medios), pues
moldea el entorno comunicativo y asume la información como un espacio de poder.
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